¿Por qué mi perro ladra mucho a las personas?

Mi perro ladra mucho a las personas está entre esas frases (y casos) más habituales a los que nos enfrentamos los educadores caninos. Hay que pensar en que hay muchas (muchísimas) razones por las que un perro puede generar ladrido excesivo, pero, como guías, debemos tener en cuenta tres cuestiones principales:

1. Casi todos los perros ladran: el ladrido es una de las vías de comunicación del perro y, durante gran parte de la historia, de las más apreciadas por los seres humanos. Es normal que un perro ladre; lo que no es normal es que un perro ladre muchísimo o de forma compulsiva.
2. El ladrido excesivo es la exteriorización de un problema que el perro no sabe gestionar, es decir, está pidiéndonos ayuda y, además, es funcional (que no es lo mismo que positivo, ¡cuidado!) para lidiar con su problema.
3. Cualquier conducta que resulte funcional, se refuerza y hace más difícil que podamos reconducirla hacia otra conducta (aceptable) y extinguirla.

A grandes rasgos, lo que quiero decirte es que para entender por qué tu perro ladra mucho a las personas, tienes que entender qué consigue con ello (o sea, por qué es funcional). 

Hoy, te traigo tres ejemplos concretos, pero te adelanto que la mala gestión emocional suele asociarse a un gran número de casos de ladrido excesivo.

Algunas causas por las que tu perro ladra a las personas

Ladrido por inseguridad

Muchos perros inseguros o miedosos aprenden a ladrar o refuerzan el ladrido como un comportamiento de autopreservación. Muchas veces, además, los guías no dominan la situación que sucede en la calle y todavía refuerzan más esta conducta, poniéndose nerviosos o transmitiendo su propia inseguridad al animal. 

Un perro grande que ladre a personas por inseguridad, a menudo, consigue que la persona se aleje, convirtiendo esa conducta en funcional y reproduciéndola cada vez más y más. En estos casos, debemos mostrarnos tranquilos, presentar al perro situaciones que pueda gestionar y demostrarle que con el ladrido no consigue lo que se propone. En paralelo, habrá que darle alternativas y herramientas que sí pueda utilizar para vencer esa inseguridad, por supuesto.

Ladridos como llamada de atención, frustración, aburrimiento…

El perro también puede asociar el ladrido a una forma de llamar la atención de la gente (aunque estas interacciones sean de poco valor). Por ello, debemos enseñar al perro y, posiblemente, avisar a las personas que no le hagan caso si está ladrando; de este modo, nunca conseguirá atenciones mediante el ladrido.

En esta situación, el ladrido excesivo es funcional y, si le quitamos esta funcionalidad, dejará de reforzarse. Por el contrario, si se trata de un ladrido asociado a la frustración o la falta de estímulos en el paseo, puede ser necesario que trabajemos con un profesional para darle más herramientas de gestión emocional a nuestro colega peludo: tolerancia a la frustración, control de impulsos, estimulación mental, paseos o entornos enriquecidos…

Como ves, si sabemos identificar los estímulos (reforzadores) y analizarlos adecuadamente, podemos modificar y extinguir conductas con relativa facilidad y conocimiento de causa. 

Contextos de casa, territorialidad y refuerzo continuado

Por último, una de las conductas más complicadas de extinguir se da en el propio hogar. Si vivimos en una casa, por ejemplo, debido a la territorialidad, el perro puede encontrar reforzadores en el contexto sin que nos demos cuenta: es el típico ejemplo del perro que ladra al cartero, a los conductores u a otras personas tras una valla; todas esas personas siguen su ruta habitual, sin embargo, el perro entenderá que su ladrido ha conseguido exactamente lo que quería (¡largo de aquí!) y seguirá reforzando esa conducta.

Como ves, hay muchas razones por las que tu perro ladra a las personas, ya que se trata de un fenómeno complejo. Por ello, aunque este artículo te permite hacerte una idea general, si la conducta se mantiene o aumenta lo mejor es buscar ayuda profesional que pueda realizar un buen análisis funcional y evitar que se acentúe a través de herramientas como el contracondicionamiento, la desensibilización o la integración de conductas alternativas o incompatibles. 

¡Espero que estos consejos te ayuden a empezar a trabajar por tu cuenta!

Javier Ruiz, educador canino en Dogventura y educador ambiental por la UB. Redactor publicitario y autor de: De cómo los animales viven y mueren.