¿Por qué me muerde mi gato?

La agresividad felina es un problema muy frecuente en la etología de gatos y muchos tutores no saben cómo solucionarlo. 

Hay diferentes tipos de momentos en los que nuestro gato puede ser agresivo y debemos tener claras cada una de ellas. 

Agresividad por juego

Es muy común, sobretodo en gatos prematuros, que, al no tener a la madre para gestionar esos juegos a veces incluso bruscos, se excedan sin querer con los mordiscos o incluso con las patas traseras. Recomendamos no jugar con las manos, pues cuando el gato sea más mayor, habrá relacionado el juego con nuestras extremidades y puede llegar a hacernos daño o incluso no poder dormir por la noche porque se la pasa mordiéndonos los pies o las manos. 

La caña de pescar para gatos es uno de los juguetes recomendados para jugar con nuestro amigo felino, junto con el enriquecimiento ambiental como estructuras para trepar o sesiones diarias de 15 minutos mínimo para cumplir con esos instintos. 

Agresividad por caricias inadecuadas

Es muy común que estemos acariciando a nuestro gato y que, de repente, nos muerda. Aparentemente parecía relajado, pero debemos tener en cuenta su lenguaje corporal, muy importante en estos casos, pues podemos pensar que estaba tranquilo y que, de repente, se ha vuelto loco o que no le entendemos. 

Nos encontramos con gatos que adoran las caricias infinitas, pero hay muchos otros felinos que no les gustan y ese mordisco puede ser un aviso para que dejemos de acariciarles en esa zona o en general. Las partes que les suelen gustar más son las mejillas o encima de la cabeza, pero en la barriga hay gatos que no lo toleran y optan por atacar. 

Nuestra recomendación es realizar sesiones cortas de caricias para que no lleguen al punto de mordernos. Igualmente, es importante tener en cuenta que nunca deberemos regañarles, pues podría asociar las caricias con algo negativo. 

Agresividad por miedo

Si nuestro gato nos muerde fuerte, probablemente es porque tiene miedo por algún trauma o experiencia previa negativa, nos fijaremos en sus maullidos graves, pelo erizado, bufidos, gruñidos, orejas hacia atrás, postura corporal, etc. 

Si un gato, cuando nos ve, se esconde, es que nos tiene miedo por algún motivo, así que lo que haremos será trabajar ese miedo positivizando esas interacciones con premios. ¿Cómo? Cada vez que aparezcamos a lo lejos, le tiraremos un premio. Si no lo acepta (no se lo come) es que estamos demasiado cerca, así que nos alejaremos un poco más y le tiraremos otro premio. Gradualmente y con los días nos iremos acercando más, fijándonos en la aceptación de esos premios que nos dirán si estamos demasiado cerca o podemos acercarnos un poco más. 

Jamás le regañaremos por mordernos, pues puede llegar a tenernos más miedo, ni le forzaremos a salir. Le daremos acceso a la comida, arenero y agua en un sitio tranquilo dónde nadie le pueda molestar, pudiendo ser éste una habitación donde no haya ruido.

 Alba Serrano, psicóloga canina y felina y Máster en Etología Clínica por la UAB, @enlamentedelosanimales.